Orillas cercanas, óleo sobre lienzo, 90 x 60 cm, Hanoi Martínez León
Exposición en la Habana de Rita Longa
Este año, en La Habana, el Museo Nacional de Bellas Artes festeja el centenario del natalicio de la enigmática escultora cubanaRita Longa (1912-2000) Premio Nacional de Artes Plásticas 1995, con una serie de actividades para disfrute de todos sus visitantes, en los meses de julio y agosto. Ellas forman parte de su programa estival en este 2012.
La muestra, denominada Rita Longa. Centenario, fue inaugurada el 13 de julio en el tercer nivel del Hemiciclo de Arte Cubano de la prestigiosa institución y exhibe 29 piezas realizadas entre 1932 hasta su fallecimiento por la autora de esculturas urbanas de culto en el imaginario cubano como La Virgen del Camino ubicada en el poblado de igual nombre en el sureste habanero. La curaduría de la muestra corrió a cargo de los especialistas Margarita Ruiz y Ernesto Cardet.
Diversidad de momentos, materiales y lenguajes pictóricos tienen presencia en esta muestra retrospectiva pertenecientes a colecciones familiares y de instituciones como el Museo Nacional de Bellas Artes, la Fundación Caguayo y el Museo Sacro del Convento de San Francisco de Asís.
A la par, en una de las salas, el visitante puede disfrutar de la proyección de un pequeño audiovisual que muestra gran parte de las obras ambientales que produjera Rita y que han sido emplazadas en escenario nacionales y extranjeros. Obra de la Casa Productora de Documentales Octavio Cortázar de la UNEAC, en él se pueden apreciar: Ballerina (1940), de Tropicana, el Grupo Familiar, (1947) en el Zoológico de la Avenida 26, conocido como Los venaditos, la Aldea Taína, de Guamá, Forma, espacio, luz (1953) y La Pietá (1957), la Virgen del Camino, El Gallo de Morón, en Ciego de Ávila, el Bosque de los Héroes, en Santiago de Cuba, entre otros.
Otra singular exposición mostrará la galería Antonio Rodríguez Morey del propio museo, denominada Rita Longa, esa imponente mujer. En ella se pueden apreciar joyas confeccionadas especialmente para ella por importantes orfebres cubanos, diplomas hechos especialmente para ella por artistas de la plástica del patio, además de documentos y objetos personales de la artista.
Técnicas de Mercadeo para artistas
Si usted es un artista de cualquiera de las manifestaciones del arte, una agrupación o una organización, este libro le será de gran utilidad para aprender y comenzar a desarrollar estrategias inteligentes, tomar distancia de la competencia, lograr reconocimiento, captar, mantener públicos y lograr un posicionamiento favorable en los circuitos o mercados del arte.
No es usted la primera y única persona que ha tenido que enfrentarse a este gran reto. Todos los artistas y los que amamos nuestro trabajo, soñamos y deseamos con establecer una conexión con nuestro público, hacerlos vibrar con nuestras propuestas, y por supuesto, alcanzar el triunfo.
No se ha inventado, ni existe una fórmula mágica para el éxito, pero cuanto más creativo logres ser y poseas más conocimientos y técnicas, mas preparado estarás para enfrentar el gran reto de competir hoy en el mercado del arte y ser un triunfador.
Por eso le animamos a que le dé un vistazo a este excelente material sobre Técnicas de Mercadeo creado por la socióloga Cristina Amaya, máster en Gestión Empresarial y Marketing por la Escuela Superior de Estudios de Marketing de Madrid, investigadora, profesora, y con un aval de más de veinte años de experiencia en el giro artístico.
Para más información sobre como adquirir el libro, hacer clic aquí.
Alma dormida, óleo sobre lienzo, 160 x 180 cm, Alex Stevenson, Pintor Colombiano invitado
La obra de Amelia Peláez
Nadie como la pintora y ceramista Amelia Peláez (Las Villas el 5 de enero de 1897- La Habana, 8 de abril de 1968) ha sabido atrapar con su estilo único y personal, los arabescos simétricos de la arquitectura colonial cubana: las estiradas columnas que señorean en los portales, el vitral de medio punto donde confabulan los colores del trópico, o las rejas que parecen saltar de los balcones hacia la vista de quienes se detienen en su sensual regodeo metálico; y los emparienta con el signo de un pez, una flor, una fruta o un ser imperceptiblemente humano.
Discípula predilecta del maestro Leopoldo Romañach, la influencia de este artista se manifiesta en su primera exposición sobre paisajes, que realizara en 1924, en la Academia San Alejandro donde cursaba estudios.
En 1927 viaja por Europa: España, Italia, Alemania, Checoslovaquia, Hungría y se decide finalmente por París, donde residió la mayor parte del tiempo. Cursos libres en la Grande Chaumiére, la Ecole Nationale Superieure de Meaux Arts y la Ecole du Louvre, van dejando una impronta en la joven artista que estudió también con la escenógrafa y pintora rusa Alexandra Exter, y expone en la galería Zak en 1933.
Luego de ilustrar la edición de Sept poemes, de Leon-Paul Fargue (1934), vuelve a su casa de La Víbora, establece su taller, y comienza una vida activa dentro del movimiento de artistas modernos. De aquella etapa son los primeros bodegones con flores y frutas cubanas. Ya en 1936 va introduciendo elementos típicos de la arquitectura en sus pinturas. A principios de los 50 comienza los trabajos de cerámica en un taller experimental que había en Santiago de las Vegas, aunque años más tarde crearía el suyo.
Con una vastísima obra, esencialmente vanguardista, muy cotizada en el mercado internacional y de difícil adquisición; Amelia incursionó en los murales y de ella se conservan, entre otros, los murales de la Escuela Normal de Maestros en Santa Clara, el de 65 pies de cerámica del Ministerio del Interior, el conocidísimo mural que decora la fachada del Hotel Habana Libre Tryp, realizado en 1957 y el de creación colectiva realizado con motivo de la inauguración, en la capital cubana, del XXIII Salón de Mayo de París. Gouaches y cerámicas (Lyceum, La Habana, 1967) es la última muestra que prepara. La mayor parte de sus creaciones se atesoran en el Museo Nacional de Bellas Artes en La Habana.
Su arte tanto en exposiciones colectivas como personales llegó a importantes galerías de Estados Unidos, Hungría, Francia, Colombia, México, Brasil, España, Suecia, Venezuela, Argentina y otros. Recibió importantes premios en grandes salones en Cuba y el mundo.
Exposición en homenaje al pintor cubano Ruperto Jay Matamoros
A los cien años del Premio Nacional de Artes Plásticas cubanoRuperto Jay Matamoros–celebrados el pasado 27 de marzo-, artista naif considerado uno de los más importantes de Cuba entre los cultores de este género, dedica el Museo Nacional de Bellas Artes la exposición colectiva “De la magia y el color” inaugurada el 10 de agosto y que permanecerá en la sala transitoria del edificio de Arte Cubano hasta el 21 de octubre. La muestra, que también exhibe 30 obras del homenajeado, está conformada por óleos y dibujos de otros creadores que conforman la colección de Arte Popular de la institución, muchas de ellas aún inéditas.
Las obras datan desde principios del siglo pasado hasta las más recientes, años 90, en caso de las creaciones de Matamoros, y las restantes son los mejores exponentes contemporáneos del arte naif o arte ingenuo cubano. Comisariada por la especialista Ailet Ojeda, tiene como precedente la curada en 1985 por Alberto Quevedo y el reconocido crítico Orlando Hernández quien se encuentra entre los investigadores del arte popular cubano de más prestigio y además, tuvo a su cargo la conformación de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes.
Ruperto Jay Matamoros recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas en el año 2000, coincidiendo con la reapertura después de una reparación capital del edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes. Para entonces fue organizada una importante antología de su obra. La colección personal del artista consta de 419 obras de su autoría y debido a cuestiones de espacio, pues los especialistas de la institución han trabajado para mostrar al público sus creaciones más exponentes junto a los demás artistas. Es una gran oportunidad para el visitante este encuentro con los mejores exponentes del arte naif en Cuba.
Descanso entre sábanas, óleo sobre lienzo, 85 x 125 cm, Denis Nuñez Rodríguez
Presagios de la luz, óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm, Vladimir Iglesias Geraldo
La obra de Carmelo González
Creo que su estructura de símbolos es su medio de expresión natural, que fluye de su necesidad de comunicación con oficio e imaginación.
Su color desbordante, nos habla del Caribe y lo identifica inmediatamente, toda su obra es una caricia a la mirada.
Albert C. Barton.
Evaluación, acrílico sobre lienzo, 70 x 120 cm
El destino, acrílico sobre lienzo, 60 x 70 cm
Exponen obras de varios pintores paisajistas en la Habana
La muestra que inauguró el evento, “Paisaje cubano: siglos XIX y XX”, reunió a varios artistas cubanos y de otras partes del mundo. Esta muestra aún se puede apreciar en la sala del Centro Hispanoamericano de Cultura. También incluye una selección de obras de la colección de pintura del Museo Nacional de Bellas Artes, dándole la posibilidad al espectador de realizar una valoración del desarrollo del género desde la colonia hasta la contemporaneidad a través de la obra de artistas imprescindibles como Valentín Sanz Carta (1849-1898), Federico Amérigo (1840-1912), Leopoldo Romañach (1862-1915), Esteban Chartrand (1840-1883), Víctor Manuel García (1897-1969), Armando García Menocal (1863-1942), Mariano Rodríguez (1912-1990), René Portocarrero (1912-1985) y Tomás Sánchez (1943).
Otras muestras están a disposición de sus visitantes: en el Museo de Arte Colonial la muestra Homenaje conmemora la figura y la obra de Mario García Portela, uno de los mejores paisajistas cubanos, a través de 11 óleos; mientras en el Palacio de Lombillo dos colectivas La espera y Paisaje urbano; las tres curadas por Noemí Díaz Vilches. Defensores de una tradición fue inaugurada en la Casa del Benemérito de las Américas, mientras la Casa Oswaldo Guayasamín abrió al público la muestra Pensando desde el paisaje. Ambas colectivas.
Homenaje al pintor Mariano Rodríguez
Una impresionante y abarcadora muestra retrospectiva sobre la obra del pintor representativo de las artes plásticas cubanas Mariano Rodríguez (1912-1990), será inaugurada próximamente en el Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, Cuba.
Bajo el título Mariano Rodríguez: vuelo y arraigo, el visitante podrá apreciar 37 piezas entre dibujos –catalogados de excelente calidad por el curador José Veigas– y pinturas, de este prolífero y vanguardista creador cubano de la pasada centuria, específicamente el período de 1950 a 1966. Mariano Rodríguez está considerado uno de los pintores más exhibidos tanto en la Isla como en las galerías internacionales.
Desde el 25 de octubre y hasta el mes de diciembre, el museo abre sus puertas a esta muestra en la que podrá apreciarse uno de los momentos más importante de la obra de Mariano, archiconocido por sus gallos y escenas costumbristas, cuando en los años 50 la serie de los pescadores fue el punto de partida que lo adentró en la pintura abstracta siempre desde una visión cubana, criolla. Toda una galería de personajes creados por el artista con una fisonomía geométrica.
Los trabajos pertenecientes a este período –específicamente entre los años 1962 y 1966–, no son muy reproducidos, lo cual sorprenderá al visitante al encontrarse frente a piezas poco conocidas.
El diseño del catálogo, amén de apreciar las obras del artista, será de una inapreciable ayuda para los estudiosos por su valor documental.
El objetivo principal de esta exposición es mostrar al público una zona de la obra de Mariano Rodríguez muy poco conocida, sin embargo una de las más importantes y de mayor madurez creativa.
Sobre la obra de Mariano describe el catálogo del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba (fragmento) en su capítulo de Consolidación del arte moderno: “No hay en Mariano una obra cumbre, como sí intervalos de iluminación y sabiduría: concreción sensible; angustia por resolver un compromiso en la forma, compromiso inefable como la esencia misma de existir, complejo en su propia definición”.
Interesante muestra pictórica en la Habana de los artistas Angelo Lugones y José Luis Fariñas
Dos sugerentes exposiciones se suceden en este mes en La Habana, ambas develan el mundo interior de sus autores ya sea traducido en paisajes o seres fabulosos. Calificada como una sugestiva mirada en la más reciente evolución del paisajismo cubano abrió sus puertas en el cine de La Rampa, la muestra Heraldos de vida del joven artista Ángelo Lugones. A este recién graduado de la prestigiosa Academia de San Alejandro le preocupan la supervivencia del planeta y los fuertes cambios climáticos que suceden en él, sus consecuencias; para ello se apropia estéticamente de la primera colonización del universo vegetal, las primeras formas de vida, su surgimiento y posterior poblamiento de los océanos y después la tierra. Exponente de la abstracción, Lugones –quien en su primera exposición personal se apropiara del código de barras para vincularlo al paisajismo–, aprovecha estos elementos como una vía de comunicación para mostrar sus experiencias en la interrelación con la naturaleza. Notables son sus aportes estéticos a la morfología de árboles y a la naturaleza misma. Es una excelente invitación para disfrutar del paisajismo contemporáneo cubano.
Un acercamiento más profundo hacia la raíz del misterio de la existencia humana propone el destacado pintor, dibujante, ilustrador y escritor cubano José Luis Fariñas, bajo el título de La secreta forma en la Sala Federico García Lorca del Centro Cultural Dulce María Loynaz. Ocho acuarelas en las que según declaraciones del artista a la prensa, este conjunto parte de una serie de estudios sobre configuraciones esenciales, como formas matrices empleadas por él de un modo, a veces, inconscientes.
Tienen una carga filosófica, apuntó Fariñas, pero prácticamente son como esbozos de una figura o de un conglomerado imaginario que siempre está inconcluso, en transformación permanente en la que siente nunca se llega a una conclusión definitiva. La perfección no existe, como tampoco la obra terminada, y por eso algunas poseen esa apariencia de esbozos, con espacios vacíos que dan la idea del origen a partir de la nada, de dónde venimos todos, más allá de la pintura y las imágenes.
Con un marcado estilo renacentista, este artista se considera deudor de la pintura flamenca, al Renacimiento, la estética de Durero; lo más sorprendente es que estas acuarelas hechas con un pincel de cuatro pelos pues parecen dibujos a plumilla.
Este artista de raíces judío sefardíes tiene parte de su obra en importantes colecciones privadas y galerías como Jewish Mizel Museum, Colorado; Las Américas Art Museum, Denver y en Jewish Center Museum, Pittsburgh. Ha realizado varias exposiciones personales y colectivas, y ganado premios tanto en Cuba, Japón, Estados Unidos; miembro de jurados nacionales entre otros reconocimientos a su carrera.
Insinuación, óleo sobre lienzo, 100 x 70 cm, Yudith Vidal
De la serie: El buen Pastor, 130 x 150 cm, Orlando Boffill Hernández
Exposición de Wifredo Lam en la Habana
72 obras del gran pintor cubanoWifredo Lam serán expuestas en La Habana; bajo el título Wifredo Lam: entre la pintura y el grabado la muestra, que forma parte de las actividades que en la Isla se organizan por el natalicio 110 de Lam, abrirá el 12 de diciembre en el Centro de Arte Contemporáneo que lleva el nombre de este artista considerado el más internacional de los pintores cubanos. Todas estas obras fueron concebidas por el artista entre 1941 y 1976 y pertenecen 68 de ellas al Museo Nacional de Bellas Artes, mientras las cuatro restantes, litografías, son de la serie El fuego verde y son de la colección personal del artista Alexis Leyva, Kcho.
Hace diez años no se organizaba una exposición tan completa como esta, la cual muestra un amplio conjunto de los trabajos de Lam, entre las que se encuentran algunas casi inéditas pues nunca han sido exhibidas, como las series Los ocres y las sienas, Los altares, Retratos HH, álbumes de grabados, temperas, pasteles, tintas, collage, algunas del período de Haití.
A estos festejos se sumaron un panel de recordación el día 7 de diciembre en la mañana, liderado por la presidenta de la Asociación de Artes Plásticas de la UNEAC, Lesbia Vent Dumois, junto al Premio Nacional de Literatura Pablo Armando Fernández, la profesora Adelaida de Juan, Lilliam Llanes otrora directora del Centro Wifredo Lam y el arquitecto Augusto River, como participantes. La ocasión sirvió para realizar un acercamiento no solo a su obra, si no también la relación de esta con la vida del artista. El 11 es la premier de los documentales En busca de la unidad perdida 1946-1982, En la encrucijada del mundo 1902-1946, ambos 80 y 87 minutos de duración abordan a Lam cronológicamente, toda su vida desde su nacimiento en Villa Clara (1902) hasta su deceso en París en 1982. Wifredo y los poetas y Polvo de átomos, producidos por Seven Doc de Francia, dirigidos por Fabrice Maze y Barbro Schultz Lundestam y entregados al Centro Wifredo Lam por el coleccionista Gilbert Brownstone. Wifredo y los poetas es una remembranza a las década de los 60, cuando el artista trabajaba la litografía y el grabado y estaba vinculado a intelectuales del arte y la literatura como Aimé Césaire, André Breton, Antonin Artaud, Jean-Dominique Rey, Gherasim Luca, Alain Jouffroy, entre otros; su duración es de 55 minutos. Polvos de átomos aborda su estancia en Italia, en Albisola Mare, donde realizó más de trescientas cerámicas; tiempo de duración: 48 minutos. Estos documentales, junto a Ya era otoño en París, de Jorge Aguirre y Wifredo Lam, de Humberto Solás, se proyectarán hasta el 23 de febrero de 2013, fecha en que culminará también la exposición de sus obras.
Exposición fotográfica en Palencia dedicada a la Habana
Arturo Montoto dona una obra al Museo de Bellas Artes
Exposiciones de Artes Plásticas en la Habana
La sede del Convento de San Francisco de Asís, el cual cuenta con salas de música de concierto donde regularmente la prestigiosa agrupación Camerata Romeu realiza sus conciertos, en sus salas expositoras propone Apócrifos de Alfredo Rosales. El artista a partir de la práctica del cristianismo enrumba su discurso plástico a partir de las acciones humanas de esa práctica. Las obras son realizadas sobre cartulina y lienzo.
En la sede del Museo de la Orfebrería, a unos pasos de la majestuosa Plaza de Armas, Palacio del Segundo Cabo, el restaurante Altos de la Mina, los joyeros pertenecientes a la Congregación de Plateros San Eloy –su santo patrón al cual celebran cada año- proponen al público visitante una muestra tradicional titulada Orfebrería habanera contemporánea.
Mientras la galería de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, al costado de la Plaza de Armas regala a sus visitantes la exposición Los bares de La Habana de los artistas Víctor y Anders Rising, los cuales proponen un imaginario muy original a partir de las tabernas de La Habana y lo característico de las personas que las frecuentaban.
En las rejas exteriores del Museo Castillo de La Real Fuerza el caminante puede disfrutar de una muestra sui géneris dedicada al patrimonio cultural subacuático de diferentes topografías del mundo. Treinta fotografías de gran tamaño y resolución seducen la atención de los que por allí desandan.
Para culminar el periplo, por el popular Malecón, en el Centro Hispanoamericano de Cultura el artista puertorriqueño Antonio Martorell combina elementos afines al séptimo arte en su exposición Velando, mamá, velando.
Entre cielo y mar, acrílico sobre lienzo, 150 x 101 cm, Orlando Boffill
La obra de Ángel Acosta León
Considerado por la crítica europea como “la sensación y gran revelación”, en 1964, de regreso a Cuba, el pintor Ángel Acosta León (Marianao, Cuba 1932-1964) muere tras zozobrar el barco en el que venía.
Graduado de la Academia de San Alejandro en 1956, Ángel Acosta León trabajaba entonces como chapistero y conductor de ómnibus públicos; no es hasta el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959 que se destaca en el panorama de las artes plásticas cubanas por su visión original.
En la década de los sesenta realiza una de sus obras más importantes Familia en la ventana, que denota un acercamiento a la nueva figuración –movimiento que marcaba a los creadores de la época- y con la cual rompe con la rigidez académica y marca el inicio de una etapa de experimentación figurativa.
Como un tributo a su pasado como obrero, incorpora a sus obras algunos elementos enriqueciendo su fantasía creadora y otorgándole un toque distintivo: en sus lienzos aparecen vehículos fantásticos y voladores, objetos que signan la cotidianidad social como cafeteras, tractores, palmas, etc.
En 1962 crea una serie con estilo surrealista a la que denominó Las columbinas, en la que el Ángel Acosta León realiza una interpretación personal de ese mueble que se asemejaba a una cama y que reinaba en los pobres interiores de los bohíos y casuchas cubanas, en los sectores más humildes.
Realizó una gira por Europa en 1963 –expuso en galerías de París, Ámsterdam, Rotterdam y Bruselas- que le trajo mucho éxito y la posibilidad de compartir con grandes exponentes del surrealismo como Matta, Tanguy y otros.